Sobre BD Barcelona
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Dos letras tan solo: Bd. Somos conscientes de su carácter enigmático, de su significado críptico para muchos, pero nos sentimos honrados y orgullosos porque hoy son asociadas, aun con esa incerteza, con uno de los mejores conceptos del diseño. Lo que en el año 1972 fue la expresión de la rebeldía casi insolente de unos jóvenes arquitectos insatisfechos se convirtió pronto una filosofía productiva con vocación de transgredir límites. Incluidos los comerciales.
La Bocaccio Design (desvelado queda el secreto para quienes no lo supieran) de la Barcelona de principios de los setenta surgió de la mano de Pep Bonet, Cristian Cirici, Lluís Clotet, Mireia Riera y Óscar Tusquets como vehículo de producción de todas aquellas piezas de mobiliario, objetos y complementos que no existían en las tiendas. Pudo haber sido únicamente un arrogante propósito, pero se iba a convertir en una experiencia singular que ofrecía una lectura del diseño insólita en nuestro país: una nueva sensibilidad, una percepción distinta para los objetos de uso cotidiano.
Creemos que aquel estímulo inicial se ha enriquecido durante todos estos años con mixturas que a nosotros nos parecen exquisitas. Por eso las hemos editado. Y así, las creaciones contemporáneas han convivido en nuestro catálogo con las de los grandes y admirados maestros clásicos, y han dejado al descubierto nuestras debilidades, nuestras preferencias… Álvaro Siza Viera, Ettore Sottsass, Javier Mariscal, Alessandro Mendini, Miguel Milá o Pete Sans han compartido espacio con Antonio Gaudí, Salvador Dalí, Charles Rennie Mackinstosh, Giuseppe Terragni, Josef Hoffmann o Adolf Loos, el magnífico espacio sede de Bd, un edificio modernista obra de Domènech i Montaner, la Casa Thomas (1895), que se hizo merecedor en 1979 del Premio Nacional de Restauración.
Otros reconocimientos – y nuestro permanente agradecimiento a quienes han confiado en nosotros – han acompañado este trayecto. Numerosos Deltas de Oro de Adi Fad, el Premio Nacional de Diseño de 1989 y el European Community Design Prize 1990 han representado la confianza indispensable para reafirmarnos en nuestro modo de entender y de operar con el diseño. Porque Bd no fabrica; Bd edita. Buscamos para cada pieza el mejor de los procesos, el más apropiado a sus esencias, de manera que todas y cada una de ellas son fruto del primor y el cuidado de técnicas artesanas o de las más inteligentes prestaciones tecnológicas. Selección de las piezas y selección de los fabricantes: obras selectas. No podía ser menos tratándose de los ámbitos más próximos. También los consumidores seleccionan los amigos que dejar entrar en casa, los que van a convivir con ellos.
El tiempo ha transcurrido, pero nuestra filosofía primera se mantiene inquebrantable, en cierta medida ajena al vértigo de nuestros días. Así lo pretendemos tanto en nuestro propio catálogo como en el ya nutrido número de exposiciones que hemos acogido en nuestro showroom y con las que hemos intentado contribuir a la difusión de la cultura del diseño. Hemos querido que los muebles y los complementos se contemplen, se disfruten y se vivan de otra manera, que en ellos se perciba la historia de las formas – la más lejana y la más actual –, su pasado y también su futuro. Una forma de tratamiento de la creación contemporánea de la que se han hecho eco – y de nuevo nuestro agradecimiento – las colecciones permanentes del Museo de Arte de Filadelfia, del Victoria and Albert de Londres, del de Artes Decorativas de París o del de Arte Moderno de Nueva York, con las que nuestro trabajo de cada día ha alcanzado proyección más allá de nuestras fronteras.
Esos mismos criterios animan el futuro de Bd en el nuevo milenio. Renovamos la apuesta de convivencia con el mobiliario y los objetos, de servirse de ellos como útiles cotidianos, pero también como expresión de una relación placentera con sus formas, sus texturas, con sus evocaciones. Vivir con ellos y compartir con ellos la vida.
Ésa es nuestra ilusión. Y nuestro trabajo.
Dos letras tan solo: Bd. Somos conscientes de su carácter enigmático, de su significado críptico para muchos, pero nos sentimos honrados y orgullosos porque hoy son asociadas, aun con esa incerteza, con uno de los mejores conceptos del diseño. Lo que en el año 1972 fue la expresión de la rebeldía casi insolente de unos jóvenes arquitectos insatisfechos se convirtió pronto una filosofía productiva con vocación de transgredir límites. Incluidos los comerciales.
La Bocaccio Design (desvelado queda el secreto para quienes no lo supieran) de la Barcelona de principios de los setenta surgió de la mano de Pep Bonet, Cristian Cirici, Lluís Clotet, Mireia Riera y Óscar Tusquets como vehículo de producción de todas aquellas piezas de mobiliario, objetos y complementos que no existían en las tiendas. Pudo haber sido únicamente un arrogante propósito, pero se iba a convertir en una experiencia singular que ofrecía una lectura del diseño insólita en nuestro país: una nueva sensibilidad, una percepción distinta para los objetos de uso cotidiano.
Creemos que aquel estímulo inicial se ha enriquecido durante todos estos años con mixturas que a nosotros nos parecen exquisitas. Por eso las hemos editado. Y así, las creaciones contemporáneas han convivido en nuestro catálogo con las de los grandes y admirados maestros clásicos, y han dejado al descubierto nuestras debilidades, nuestras preferencias… Álvaro Siza Viera, Ettore Sottsass, Javier Mariscal, Alessandro Mendini, Miguel Milá o Pete Sans han compartido espacio con Antonio Gaudí, Salvador Dalí, Charles Rennie Mackinstosh, Giuseppe Terragni, Josef Hoffmann o Adolf Loos, el magnífico espacio sede de Bd, un edificio modernista obra de Domènech i Montaner, la Casa Thomas (1895), que se hizo merecedor en 1979 del Premio Nacional de Restauración.
Otros reconocimientos – y nuestro permanente agradecimiento a quienes han confiado en nosotros – han acompañado este trayecto. Numerosos Deltas de Oro de Adi Fad, el Premio Nacional de Diseño de 1989 y el European Community Design Prize 1990 han representado la confianza indispensable para reafirmarnos en nuestro modo de entender y de operar con el diseño. Porque Bd no fabrica; Bd edita. Buscamos para cada pieza el mejor de los procesos, el más apropiado a sus esencias, de manera que todas y cada una de ellas son fruto del primor y el cuidado de técnicas artesanas o de las más inteligentes prestaciones tecnológicas. Selección de las piezas y selección de los fabricantes: obras selectas. No podía ser menos tratándose de los ámbitos más próximos. También los consumidores seleccionan los amigos que dejar entrar en casa, los que van a convivir con ellos.
El tiempo ha transcurrido, pero nuestra filosofía primera se mantiene inquebrantable, en cierta medida ajena al vértigo de nuestros días. Así lo pretendemos tanto en nuestro propio catálogo como en el ya nutrido número de exposiciones que hemos acogido en nuestro showroom y con las que hemos intentado contribuir a la difusión de la cultura del diseño. Hemos querido que los muebles y los complementos se contemplen, se disfruten y se vivan de otra manera, que en ellos se perciba la historia de las formas – la más lejana y la más actual –, su pasado y también su futuro. Una forma de tratamiento de la creación contemporánea de la que se han hecho eco – y de nuevo nuestro agradecimiento – las colecciones permanentes del Museo de Arte de Filadelfia, del Victoria and Albert de Londres, del de Artes Decorativas de París o del de Arte Moderno de Nueva York, con las que nuestro trabajo de cada día ha alcanzado proyección más allá de nuestras fronteras.
Esos mismos criterios animan el futuro de Bd en el nuevo milenio. Renovamos la apuesta de convivencia con el mobiliario y los objetos, de servirse de ellos como útiles cotidianos, pero también como expresión de una relación placentera con sus formas, sus texturas, con sus evocaciones. Vivir con ellos y compartir con ellos la vida.
Ésa es nuestra ilusión. Y nuestro trabajo.
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