Sobre Metalarte
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La edificación de la luz
Metalarte es una empresa que ha definido su personalidad por la convivencia de lo nuevo con lo tradicional. El yin y el yan aplicado a la producción que ha dado como resultado la posibilidad de mantener un catálogo que ha equilibrado futuro y pasado. Una tradición que arranca en un taller de la calle Madrazo de Barcelona, prosigue en la Riera de Sant Miquel y recala posteriormente en una fábrica instalada en Sant Joan Despí a principios de la década de los sesenta. La última escala de este recorrido expresa una vez más la dualidad de metalarte: el espíritu de cambio, con la creación de una nueva sede, y el romanticismo de las empresas familiares, que ha hecho que la empresa no se trasladara a otra población. Las nuevas dependencias de metalarte, enfundadas en un edificio curiosamente oscuro, un negro que da personalidad propia en un contexto de zona industrial, expresan en su interior lo que son las claves de su funcionamiento:
junto a un almacén y a diáfanos despachos, un amplio show-room que, además de mostrar de manera relajada y cómoda sus productos, destaca la voluntad de resaltar el espíritu de creación artística. Y un laboratorio de investigación, en el cual, los técnicos de la empresa exploran y comprueban la eficacia de sus creaciones. Un espacio nuevo para una idea de antiguo alquimista: hacer aparecer la luz de formas aún por descubrir. Todo ello impregnado de iluminación natural, una paradoja cuando se trata de creadores de lámparas. Pero en metalarte saben que su trabajo va más allá del objeto y que la luz no es sólo un concepto abstracto, sino una materia con la que trabajan. Por eso no han caído en el recurso obvio y evidente de convertir el vestíbulo de sus dependencias en un escaparate de sus productos. Lo que han creado es una etérea instalación de luz, la verdadera esencia de metalarte.
La edificación de la luz
Metalarte es una empresa que ha definido su personalidad por la convivencia de lo nuevo con lo tradicional. El yin y el yan aplicado a la producción que ha dado como resultado la posibilidad de mantener un catálogo que ha equilibrado futuro y pasado. Una tradición que arranca en un taller de la calle Madrazo de Barcelona, prosigue en la Riera de Sant Miquel y recala posteriormente en una fábrica instalada en Sant Joan Despí a principios de la década de los sesenta. La última escala de este recorrido expresa una vez más la dualidad de metalarte: el espíritu de cambio, con la creación de una nueva sede, y el romanticismo de las empresas familiares, que ha hecho que la empresa no se trasladara a otra población. Las nuevas dependencias de metalarte, enfundadas en un edificio curiosamente oscuro, un negro que da personalidad propia en un contexto de zona industrial, expresan en su interior lo que son las claves de su funcionamiento:
junto a un almacén y a diáfanos despachos, un amplio show-room que, además de mostrar de manera relajada y cómoda sus productos, destaca la voluntad de resaltar el espíritu de creación artística. Y un laboratorio de investigación, en el cual, los técnicos de la empresa exploran y comprueban la eficacia de sus creaciones. Un espacio nuevo para una idea de antiguo alquimista: hacer aparecer la luz de formas aún por descubrir. Todo ello impregnado de iluminación natural, una paradoja cuando se trata de creadores de lámparas. Pero en metalarte saben que su trabajo va más allá del objeto y que la luz no es sólo un concepto abstracto, sino una materia con la que trabajan. Por eso no han caído en el recurso obvio y evidente de convertir el vestíbulo de sus dependencias en un escaparate de sus productos. Lo que han creado es una etérea instalación de luz, la verdadera esencia de metalarte.
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