Fotógrafo: Cabrera.Photo
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Las exposición Mayas, el enigma de las ciudades perdidas, cuenta con una musealización específica para el MARQ, tras recorrer, sus casi 200 piezas, los museos de Holanda y Alemania.
El discurso expositivo nos sumerge en la selva, cuna de la cultura maya, donde aparecen los inmensos templos. El diseño museográfico nos hace caminar entre y a través de los templos, insertando y realzando las diferentes piezas entre la arquitectura y la simbología maya.
La primera sala se recorre a través de tres segmentos de templos, en los cuales se insertan las vitrinas y piezas. En la parte inclinada del templo, la vitrina queda desapercibida, dejando paso a las piezas que emergen directamente del templo, gracias a una sujeción individual. La gráfica de los templos evoca la iconografía Maya y los murales de San Bartolo, creando, junto con la iluminación, un espacio vibrante de color donde las piezas parecen flotar.
La didáctica y accesibilidad se integra en cada segmento de templo gracias a las bandejas que se crean en el arranque de las “escaleras”, sobre las que se van disponiendo las reproducciones y/o braille. Pudiendo así visualizar, tocar y conocer todo al mismo tiempo. En el suelo se representa un plano de la ciudad de Uxul, la cual podemos recorrer, a escala, mientras visitamos la exposición.
La sala dos nos hace adentrarnos en el interior de la arquitectura de los templos. La sala se va dividiendo a través de cinco muros de luz, en los cuales se excava un camino sinuoso por el que recorrer la sala. La sección del camino evoca a los interiores de los templos.
En estos muros luminosos, que nos crean el interior y nos muestran la selva junto a simbología maya gracias a la gráfica, se incrustan las vitrinas donde se muestran las piezas. El suelo de esta sala nos muestra ubicaciones y templos singulares de la cultura maya.
La tercera sala es la que contiene las piezas de mayor porte, las esculturas, llegando algunas a medir más de 2 metros de altura. Esta sala deja el suelo libre para que la esculturas emerjan con imponencia sobre un lienzo neutro y oscuro que las ilumina individualmente. La arquitectura crea un cielo terroso y de color “azul maya”, iluminado de manera difusa y del que sobresalen unos lucernarios que emplazan lumínicamente cada una de las esculturas.
Esos lucernarios y el cielo crean un paisaje que, reflejado, nos muestra una selva terrosa y azul salpicada de formas tronco-piramidales que nos recuerdan a las ciudades mayas que han quedado tragadas por las selva. La sala queda sutilmente compartimentada, en su parte final, por los murales de San Bartolo, que podemos ver a su tamaño real.
Design Team:
Rocamora Arquitectura
Client: MARQ Alicante
Fotógrafo: Cabrera.Photo
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